"Hemos revisado todos los estudios que han evaluado la
relación entre el ejercicio físico y el riesgo de cáncer de mama que se han
publicado hasta la fecha, por lo que estamos seguros de que los resultados de
nuestro análisis son consistentes", señaló.
Aunque los resultados variaron según el tipo de tumor, el
mensaje general es alentador. Sin embargo, en aquellas mujeres que siguen una
terapia hormonal sustitutiva (THS), el efecto protector del ejercicio parecía
no existir.
Afortunadamente, señalan los investigadores, debido a que
cada vez hay una mayor conciencia de los efectos secundarios de esta terapia su
uso está disminuyendo en algunos países, lo que significa que los efectos
beneficiosos del ejercicio aumentará en los próximos años.
La actividad física se sabe que tiene un papel protector en
otros tipos de cáncer, así como en trastornos tales como la enfermedad
cardiovascular.
Aunque los mecanismos de sus efectos no están definidos, los
resultados son en gran medida independientes al índice de masa corporal (IMC) ,
así que sus beneficios van más lejos de la reducción del peso. Y la edad en la
que se inicia la actividad deportiva también parece ser irrelevante: los
investigadores no han encontrado indicios de que el riesgo de cáncer de mama se
reduce únicamente cuando la actividad física se inició a una edad temprana .
"El hecho de que el cáncer de mama, incluyendo sus
tipos agresivos, se sume a la lista de enfermedades que se pueden prevenir
mediante la actividad física deben fomentar el desarrollo de ciudades que
fomenten una vida más saludable favoreciendo el transporte en bicicleta o a
pié, además de promover campañas de educación", dijo el profesor.
"Esta sería una estrategia barata y sencilla para
reducir el riesgo de una enfermedad que actualmente tiene un coste muy elevado,
tanto para los sistemas de salud como sobre todo para los pacientes y sus
familias", explicó.
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